MENINOS DA RUA
Nací en 1980, en Montevideo, Uruguay, al sur de América. Toda la niñez la pasé en la calle, jugando con amigos y gente humilde. Mis padres me educaron en colegio privado de curas irlandeses, pero a mí me divertía más jugar a la pelota o las canicas en el suelo de hormigón que jugar rugby con mis compañeros y amigos de corbata. Pienso que es bueno tener un poco de todo en la vida.
Veintinueve años más tarde, me gustaría creer que puedo ayudar a la gente de la calle. A veces rezo por ellos cuando los veo sobre sus harapos y sumidos en su propio hedor. Tal vez lo haga por miedo a convertirme en uno de ellos, ya que a veces anhelo la libertad con la que viven y la poca memoria que tienen. Viven el día a día y se preocupan por el presente y no por el pasado ni el futuro. En esos momentos, lo pienso dos veces, miro detenidamente y veo rostros y miradas de seres normales, iguales a “uno” que vive “civilizadamente”. Ahí es cuando saco la foto. A veces establecemos una charla e incluso estrechamos manos. Vaya uno a saber cuáles son los motivos que llevan a esa gente a terminar viviendo en la calle, creo que va más allá de la pobreza, las drogas y el alcohol, todo pasa por falta de amor.
Algunas veces me sentí poco amado, y en esos momentos estaba literal y metafóricamente cerca del piso y sin fuerzas para levantarme, a un paso de ser un clochard. La vida es sencilla y fácil si uno tiene Fe en sigo mismo. También es muy fácil perderla. Dios ayuda.
Las diez fotografías que elegí para esta convocatoria fueron tomadas todas en la ciudad de Porto Alegre, capital del estado brasilero de “Rio Grande Do Sul”, durante un fin de semana de septiembre del año 2007. El barrio donde me alojé esos días fue “Constitucao”, y es conocido en la ciudad por ser uno de los lugares más peligrosos. Gracias a Dios, no tuve ningún tipo de percance. Muchas veces la gente teme a lo abyecto, como los enfermos terminales, los “locos”, las personas adultas, o mismo la gente de la calle. Pero en realidad, creo yo, que tememos a lo que esa gente encarna o representa, es decir el fin de la vida, de la sanidad mental y física, de la riqueza económica…. Sin entrar mucho en cuestiones filosóficas, vuelvo a insistir en que creo que puedo ayudar.
Con estas fotografías espero poder concientizar a todos aquellos que las miren. Con el solo hecho de generar en mi público un cambio de actitud al ver esa gente, ya habré cumplido mi función y ellos habrán ganado algún amigo más.
Agustín Martínez López